Gloriosísimo padre nuestro y profeta de Dios,
Elías;
gran celador de su
honra
y Fundador de la
Orden de María en el Monte Carmelo,
desde cuya cumbre
la vislumbrasteis con espíritu profético,
en aquella nube
que subía del mar,
sin mezcla de sus
amarguras,
y que subiendo la
montaña santa
descendió en copiosa lluvia
sobre los
agostados campos de Israel;
símbolos de las
gracias que María había de derramar
por el mundo con su
Santo Escapulario.