Inmaculada Madre de Dios,
Reina de los cielos,
Madre de misericordia,
Abogada y refugio de los pecadores:
He aquí que yo, iluminado y movido
por las gracias que vuestra maternal benevolencia
abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino,
propongo poner mi corazón, ahora y siempre,
en vuestras manos para que sea consagrado a Jesús.