¡Oh Santa Águeda gloriosa!,
que resististe con enorme fortaleza
las seducciones de los pretendiente no deseados
y sufriste el dolor, suplicios, y tortura
y sufriste el dolor, suplicios, y tortura
por tu devoción a Nuestro Señor,
celebramos tu fe, tu dignidad,
tu
castidad y tu martirio.