¡Oh mi buen san Peregrino!
Tú que después de una juventud mundana
supiste encontrar el camino de Cristo,
te ruego me conduzcas por los senderos
de la caridad, la virtud y la resignación cristiana.
¡Oh san Peregrino confesor!,
tú que supiste escuchar los pecados
de todo aquel que te lo pedía,
escucha hoy los míos y perdónalos
con tu infinita benevolencia y comprensión.