Oh Poderoso San Deshacedor,
señor justiciero fuerte y potente,
controla y domina la maldad y la codicia.
Hoy vengo humillado a tus plantas
a pedirte permiso para que
según yo voltee esta vela que tengo en la
manos,
hagas que se vuelva a todos mis enemigos,
visibles o invisibles,
declarados u ocultos,
lo malo que me están haciendo,
sea espíritu, hombre o mujer.
San Deshacedor,
glorioso paladín contra el mal y la
injusticia,
te ruego que como yo he venido humillado a tus plantas,
así mismo deseo que lo hagas con mis enemigos,
haciéndolos venir doblegados ante mí,
en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo
y de toda la Corte Celestial.
Que con estas palabras benditas
llame yo a mis enemigos
y vengan humillados a mis plantas,
como fue humillado Satanás a los pies de San
Miguel.
Que si tienen ojos no me vean,
que si poseen corazón quede
prisionero,
que con sus sentidos en mi no
piensen,
que si tienen cuchillos no me
corten,
que con su boca no me hablen,
que con sus manos no me alcancen
y si tienen armas no me
disparen.
Potente San Deshacedor
deshaz de mi casa todo mal,
elimina la maldad que en ella se
encuentre,
convirtiéndola en bien,
que todo el que pretenda disponer de algo de
mi persona,
que se olvide de esa idea y quede arrepentido.
San Deshacedor, Santo de gran
poder,
destruye el pensamiento
de quien quiera o pueda
de quien quiera o pueda
mi enemigo ser.
Amén.
Repetir la oración cinco días seguidos.
Repetir la oración cinco días seguidos.
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