¡Oh bendita entre todas las mujeres,
que vences en pureza a los ángeles,
que superas a los santos en piedad!
Mi espíritu moribundo aspira
Mi espíritu moribundo aspira
a una mirada de tu gran benignidad,
pero se avergüenza al aspecto
yo quisiera suplicarte que,
por una mirada de tu misericordia,
curases las llagas y úlceras de mis pecados;
pero estoy confuso ante ti
a causa de su infección y suciedad.
¡Oh Señora mía!,
de mostrarme a ti en mis impurezas tan horribles,
por temor de que tú, a tu vez,
tengas horror de mí a causa de ellas,
y sin embargo,
yo no puedo, desgraciado de mí,
ser visto sin ellas.
San Anselmo. Doctor de la Iglesia (1033-1109).
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